19 de junio de 2010

Deplorable humanidad

“En verdad hay cosas que ni el mismo Dios entiende, aunque las haya creado”
José Saramago

Lamentable es llegar a pensar, y más aún, plasmar por escrito, que la especie humana es la más deplorable que habita en este planeta. Innatamente malvado no aprovecha la capacidad de raciocinio que Yahvé, Jehová, la Naturaleza, Buda, Mahoma, o el nombre de la fuerza creadora a la que atribuyas tu existencia.

Egoísta, antepone el bien personal al colectivo. Se agrupa por necesidad, por protección, por tener un grupo de apoyo que actúe como zona de confort, en la que pueda reproducirse, procrear y al mismo tiempo haga las veces de catarsis.

La proclama principal de esta humanidad es “dejad que los hombres se destruyan entre sí”, no hay credo que promueva la unión entre iguales, quién no cree en esas palabras no será acreedor del paraíso eterno, de la sanación, de la paz al final del camino. Guerra tras guerra, por defender lo que unos textos dicen, ¿quién puede aceptar que se mate en nombre de Dios?

¿Dios quiere que nos destruyamos los unos a los otros? ¿ese es el fin de venir a la Tierra, acabar con toda la creación y la naturaleza?, ¿quién le dijo al hombre que es dueño de todo lo que hay a su alrededor?, ¿dónde está el respeto hacia los animales, las plantas, los minerales, los paisajes?, ¿por qué olvidar o dejar escondida nuestra conciencia?

Este libre albedrio se ha ido contaminando con el paso del tiempo. Diversos factores nos han llevado a comportarnos como unas bestias hambrientas que buscan con recelo de que alimentarse. No nos tratamos como miembros de una misma especie, somos destructivos y aniquiladores.

No es que este mundo vaya a terminar por predicciones en el año 2012, no es que ocurra un evento catastrófico que nos aniquile como raza, es la madre naturaleza que reclama lo que es suyo, el daño que le hemos hecho, el hombre está acabando con el hombre desde hace mucho tiempo… el día de hoy sólo estamos pagando la destrucción y la indiferencia de toda nuestra historia.

Mientras haya ilusión, mientras haya conciencia, mientras haya una voz que rompa el silencio, mientras haya una palabra escrita sobre la arena, mientras se pueda leer en el horizonte la palabra “paz”, mientras exista la sonrisa inquebrantable de un niño, mientras exista el sabio consejo de un anciano… hay oportunidad, hay esperanza, hay salvación.

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