21 de agosto de 2011

Para interpretar la mexicana realidad


Es imprescindible y es menester de periodistas, comunicadores y comunicólogos, y demás gente inmiscuida dentro de los medios de comunicación, informar de manera objetiva y veraz a la población, sin ocultar y sin tergiversar lo que la realidad aparentemente nos ofrece.

El panorama actual no es para nada alentador ni mucho menos da para pensar positivamente. El mundo vive momentos tensos: crisis sociales y económicas, hambrunas, sequías, pandemias, y no es precisamente que antes no los haya pasado, que hace doscientos años las cosas fueran igual o peor que en estos momentos, no es así, la diferencia estriba en el poder de distribución y acceso a la información de la que podemos disponer.

Lo anterior resalta, más que nunca, la importancia de informar oportunamente y con la verdad a la sociedad. El caso de la nación mexicana no es de todo favorable, en primer punto debido a la manipulación excesiva de los medios, cosa que ocurre en la mayoría de los países; en segundo lugar por el oportunismo de los que se dedican a ejercer la labor periodística, en un mundo en el que el más rápido vende, donde vale más la cantidad que la calidad, quien informa primero gana; en tercer lugar por la falta de análisis y criticidad para adelantarse y prever consecuencias de los sucesos.

Los hechos que han ocurrido, ocurren y seguirán ocurriendo por la incompetitividad de autoridades corruptas y compradas por delincuentes, deben ser condenados no solamente por figuras públicas, por líderes de opinión, deben serlo por la ciudadanía entera, por la nación, por quienes habitamos el país. En sendas ocasiones me he pronunciado en contra de la violencia y del cáncer que está resultando para México el mal manejo del gobierno y sus derivados. El problema ha sobrepasado a la solución.

Condenar no significa actuar después de una balacera, de descuartizados diariamente, de desapariciones, de muertes de civiles, de dar un discurso a nivel nacional engrandeciéndose por los resultados de un operativo.  La labor como medio, como ser pensante y consciente de la situación, como humano, es transmitir pura y netamente el mensaje original.

No es bueno, no es sano, no es permisible, llenar a la sociedad con falsas notas, con información incompleta. Se necesita exigir la verdad que, en teoría, no se debería pero es preciso hacerlo. Para entender la realidad que atraviesa nuestro país basta con salir a las calles, con detenerse un minuto a observar nuestro alrededor, no hace falta que leamos los diarios, que encendamos la radio y la televisión, ni siquiera que miremos agudamente, simplemente que abramos los oídos.