México, país de riquezas naturales y culturales, legado de hombres y mujeres valientes y arriesgados, cuna de la plata y de tradiciones envidiables, cocina de sabores y colores inimaginables, casa de escritores y poetas que llenan de bríos el mundo entero, playa paradisiaca de especies y oportunidades.
México, tu historia te habla y tú la ignoras por completo. Personajes y batallas abundan en los libros de texto, pero esa no es la verdadera historia de tu legado como nación. México no es la tierra de un cura y unos insurgentes, de una batalla perdida contra los conquistadores, ni es la deuda externa que no se paga… no, eso no es México, ese no eres tú, ahí no te reconoces.
Te reconozco México en tu sangre y en tu pueblo, en tu gente, en la sonrisa de todos ellos, en los paisajes que vislumbran cada amanecer y en las noches de bohemia con serenata, en los acordes de las canciones de mariachi, en la sonrisa que no se borra aunque sea malo el día.
Te festejo México, no por tus héroes de bronce y de marfil, de mármol o madera, no por los bustos y los monumentos que hay en las calles, no podría hacerlo, no podría festejarte superficialmente… te celebro por tus cimientos, por tu aporte al mundo, por tu mezcla de indígenas, españoles, criollos, mulatos, en fin, por tu mestizaje, por ser una nación con un gran potencial que aunque dormido pronto explotará.
Hoy digo ¡viva México! Porque nos perteneces, porque no es más mexicano el que grite con todas sus fuerzas, ni el que se olvide de todo lo malo que ocurre y ha ocurrido, digo ¡viva México! Porque creo en el porvenir de tiempos mejores, porque sueño contigo, porque te veo más fuerte, porque la adversidad no puede detenerte… porque tu sangre corre por mis venas.