¿Qué pasaría si por un momento las grandes obras no hubieran sido escritas? ¿Qué ocurriría si a los grandes escritores la apatía los hubiera vencido y no se dedicaran a escribir? ¿Si por un momento sus ideas se quedaran en su mente y no en el papel?
Todos en la vida hemos tenido una gran idea en nuestra cabeza, una historia, un poema, una frase o un refrán y, en su mayoría se han quedado solo en eso, en ideas. Luego comúnmente nos preguntamos “¿cómo fue que se le ocurrió esa idea?” O tal vez afirmaciones como “eso ya lo había pensado yo”, la diferencia radica en que ellos se animaron escribirlo y nosotros no.
No es que carezcamos de las armas necesarias para dar vida a un texto. Para ser escritor lo que se necesita es 1% talento y el resto de pasión. Es cierto que con el paso del tiempo iremos puliendo nuestras técnicas y a medida que leamos nuestro léxico aumenta y con esa manera podemos irnos haciendo de nuestro propio estilo.
Comencemos un ejercicio de reflexión, en el cual nos daremos cuenta de que pasaría en el mundo si no hubieran escrito lo que hoy conocemos, cuáles serían las repercusiones sociales y económicas y su impacto en la literatura y cultura moderna.
Las sagradas escrituras
¿Podemos imaginar un mundo sin el poder y la influencia política de la religión católica? Imaginemos que durante el siglo V d.C., periodo durante el cual La Biblia fue escrita para controlar al pueblo romano y unificarlo, no se hubiera llevado a cabo la recolección de evangelios y con ello los cimientos para una doctrina. Los romanos hubieran perecido en un par de años, el cristianismo como lo conocemos no hubiera tenido el auge necesario para llegar a ser religión y quizá ni siquiera supiéramos de ella.
Los europeos no hubieran sabido nada acerca de Jesucristo y sus enseñanzas, las cruzadas no se hubieran llevado a cabo, la búsqueda de los templarios y los mitos del bien contra el mal llevarían una connotación distinta. La Santa Inquisición no hubiera tenido razón de ser, y al no haber una fe en el mundo occidental para evangelizar a los aborígenes americanos, se hubiera adoptado en algunos casos el budismo como religión universal.
El hombre no viene del simio
Charles Darwin decide no publicar en el año de 1859 “El origen de las especies por medio de la selección natural”, por la razón que el lector decida. Las ideas de la evolución no aparecen a la luz y cientos de científicos que se vieron influenciada por ella no la toman en serio.
Seguimos creyendo en la actualidad que el poder divino hace que aparezcamos en la tierra por generación espontanea, el simio es visto como un animal más de la creación y nosotros somos hechos a imagen y semejanza de Dios, con lo cual nos despediríamos de la ciencia moderna y de todos los avances tecnológicos que hemos tenido en la actualidad. Inclusive la carrera lunar no se hubiera llevado a cabo.
El marxismo sin Marx
Si Karl Marx no hubiera conocido la filosofía hegeliana y no la hubiera tomado como punto de partida para crear su propia postura política, económica, filosófica y social; el mundo como lo conocemos no sería igual.
El capitalismo no tendría el nombre que tiene hoy, ya que a Marx le debemos este concepto, viviríamos en un rigen totalmente autoritario, la sociedad hubiera evolucionado aun más a un sistema totalitario, donde el hombre sería esclavo del hombre, de manera más descarada. Los obreros resistirían jornadas laborales sobrehumanas de más de 16 horas y los derechos laborales no existirían.
El comunismo no sería viable en ninguno de los países que lo sustentan ya que el Manifiesto Comunista no hubiera sido escrito, la lucha de clases y el fantasma que recorría Europa, no los tendríamos presentes.
La tierra antes del fin del mundo
Estos son solo algunos ejemplos de escritores y obras que cambiaron la ida como la conocemos. En realidad existen muchos más, qué sería de la sociedad moderna mexicana sin “El laberinto de la soledad”, de las historias de amor sin “Romeo y Julieta”, por nombrar unos casos solamente. No cabe duda que todo es decisión, pasión y un poquito de talento, solamente el necesario para poder transmitir una idea.