24 de diciembre de 2010

Deseos Navideños III

Querido Santa:

Como cada año vuelvo a recurrir a ti para enviarte mis deseos para esta Navidad. Pues para variar, este año no ha sido tan bueno, fuiste secuestrado y liberado hace unos cuantos días, no espera, tu ese era el “Jefe” Diego… bueno, el caso es que las cosas no fueron más prometedoras que hace tres años… lo sé, es muy triste, pero dime Santa ¿qué le vamos a hacer en el país del “no pasa nada”?

Se supone que este es el año del bicentenario y del centenario, de la Independencia y la Revolución mexicanas respectivamente, muchos se preguntaron qué festejaríamos, que cuál revolución si todo siguió igual o que, cuál Independencia si somos un país que depende de la economía y decisiones de los yankees.  Otros tantos, echaron en juego a la cabalística lo que representaría el año 2010, tu sabes Santa, quezque la historia en nuestro país es cíclica… y pues ni movimiento ideológico ni nada, que se desata lo que era un secreto a voces, la narco-guerra… y cada día se pone peor.

Bueno querido gordito, no quiero enfadarte con lo que pasa en mi country porque tu ya debes saberlo, me imagino que hasta el Polo Norte puedes accesar a Google Noticias… eso si Santa yo que tu tenía cuidado porque no vaya ser que estes inmiscuido en las filtraciones de Wikileaks.

Esta carta será breve mi regordete bonachón. Pues mis deseos serán los de siempre: paz mundial, aunque te suene como miss universo, que por cierto es tapatía, un dato cultural Santa, pues ya arregla la crisis financiera, así no funcionan las cosas, a menos que… empiezo a sospechar con eso de que tu traje es rojo, se me hace que tu eres el culpable de la crisis económica… cómo no me di cuenta antes, estas derrocando el sistema… eres grande Santa Claus, jamás imagine que tendrías ideas comunistas, sabía que le escribía al correcto.

Bien, pues me despido, sé que estás haciendo las cosas como se deben… por qué no lo pensé antes… bueno sigue trabajando duro. Hasta el año entrante.

ATTE:
Edgar Francisco Mora Ortiz

5 de diciembre de 2010

Detente


¿Por qué no ves que el cielo es azul
Al igual que los mares?
¿Por qué no ves dentro del corazón
De los bosques la paz profunda?
¿Por qué inundas el horizonte
Y las aguas con cenizas de muerte?

No mires más la televisión con su falsa realidad,
No creas las mentiras que escuchas en la radio,
Ni las palabras huecas sin valor en los diarios.

Toma un segundo de tu tiempo…
Sal a la calle… siente el viento… escucha tu respiración…
No es tarde… aun hay esperanza…

¿Qué no ves que la gente tiene hambre
Y fe de un futuro que es incierto?
¿Qué no ves que el daño ya es irreversible
Pero puedes evitar joder más de la cuenta?
¿Qué no estás parado sobre el mismo suelo
Dónde tus dioses y creencias se han formado?

Camina descalzo… siente como crece la hierba bajo tus pies…
No soy nadie para decir nada…
Esto no es de religiones ni de ideologías…
Esto es de humanos… de ser hermanos… de ser revolucionarios…

¿Quién dijo que el mundo era exclusivo del hombre
Y que podríamos manejarlo a nuestro antojo?
¿Quién se apropió el derecho de levantar
Muros y fronteras para coartar la libertad?
¿Quién les dio permiso de destruir en segundos
Lo que a la naturaleza le demoró eones?

Detente… no pienses sólo en ti…
Hay cientos allá afuera…
Hambre… sed… carencia… enfermedad… muerte… destrucción…

¿Qué te ganas con firmar acuerdos y engañar
A la gente que ni siquiera conoces pero subordinas?
¿Por qué no cultivas el campo que te alimenta
En lugar de llenarlo de veneno dejándolo infértil?
¿Quién eres para decidir sobre el futuro de la humanidad
Cuando te corrompe la conciencia el poder y la codicia?

¿Qué?... ¿quién?... ¿por qué?...
Aun es tiempo… no es tan tarde… detente…
Por favor… detente…

Edgar Mora

2 de diciembre de 2010

Abrir, leer, escribir, pensar.


Cuando abres los ojos ves al mundo,
Cuando lees redescubres al mundo,
Cuando escribes cambias al mundo,
Cuando piensas esta siendo el mundo.

Recuerda que hay sombras que nos sumergen
En el dolor y las injusticias despiadadamente,
Te queman la piel, te arrancan las uñas,
Te dan de topes contra la pared
Y se beben hasta tu última gota de sangre.

No pienses que con abrir los ojos,
Leer, escribir o pensar, todo cambiará fácilmente,
No puede ser así, no todos lo piensan así,
Siguen dormidos, están anestesiados,
Tienen narcolepsia o están sedados
Por el influjo de una fuerza superior
Que no deja libre al libre albedrío.

Es el silencio y la ignorancia su mejor arma,
Y es lo que te ofrecen a cambio de un falso bienestar,
De oportunidades que no son iguales,
De un cielo dónde las aves vuelan con las alas rotas
Y los picos sangrando reflejo del hambre.