Por Luis Enrique Ortiz y Cuauthémoc Mayorga
¿Es el virus de la influenza el resultado de un complot internacional, como parecen afirmarlo intelectuales anónimos del Internet? ¿La caída financiera de Wall Street se controlará tras la epidemia? ¿La influenza es un virus creado por las farmacéuticas para recobrar sus ingresos perdidos tras la crisis? ¿Quiénes son los responsables: el sionismo internacional, el PAN, el imperialismo Yanqui, la FIFA, los extraterrestres que pretenden apoderarse de nuestro planeta, Sergio Andrade o los grandes corporativos financieros?
Todo lo anterior responde a las visiones que pretenden encontrar detrás de todo acontecimiento impactante una conspiración de fuerzas oscuras que pretenden la dominación del planeta.
Consideramos que tales posturas conforman el perfil de un tipo de intelectual que designamos como crítico acrítico. La sintomatología que presenta es la siguiente:
1. Abandera las más diversas causas sociales de manera ingenua y visceral.
2. Tiene la habilidad y competencia de encontrar hermenéuticamente significados ocultos detrás de la información de forma ingenua (igual le cree a Maussán que a la Jornada).
3. Afirma con absoluta certeza sus sospechas.
4. Abomina todo lo que huela a información oficial, de manera irreflexiva.
El crítico realmente crítico se distingue del anterior por lo siguiente:
1. También pretende develar sentidos ocultos en la información mediática, pero posterior a un análisis exhaustivo y racional.
2. Abandera causas sociales, desconfiando simultáneamente de aquellos que se dicen críticos sociales, adoptando dichas causas con un auténtico compromiso social y no por hobbie o moda.
3. Mantiene sus perspectivas en el terreno de las hipótesis, sin aventurarse a realizar afirmaciones injustificadas.
4. Antes de entregarse a cualquier sentimentalismo, busca tener múltiples perspectivas de los hechos que se cuestionan y los juzga lógicamente, manteniendo una postura escéptica de la información oficial sin caer en el radicalismo. .
Ante el despliegue mediático vinculado con la nueva epidemia, creemos que, en lugar de tratar de desentrañar perversos complots, son necesarias las reflexiones que analicen de manera racional la información, detectando falacias y contradicciones en los discursos oficiales, analizando estadísticas, comparando distintos enfoques relacionados con el tema, indagando las causas factibles de los fenómenos, documentándose por medio de fuentes científicas, analizando críticamente dichas fuentes.
Pensemos el siguiente caso: en España se detectan inicialmente 10 sujetos con influenza provenientes del DF. Esto implica que, si en una semana viajan mil personas de la capital mexicana a España entonces el 1% de los viajeros se habría infectado. Ahora bien, del DF a Guadalajara viajan en autobuses y aviones por lo menos diez veces más de los que viajan a España, de lo cual se infiere que en Guadalajara tendría que haber por lo menos cien infectados, pero , oh sorpresa, en Guadalajara no hay casos de influenza (al menos según las estadísticas oficiales). Desde luego, este no es sino un simple ejercicio de análisis –que sin duda puede estar equivocado-, pero es justamente lo que se requiere en la distribución de la información.
En este sentido, el crítico verdaderamente crítico tendría que clamar que en los medios se proporcione información veraz, pero sobre todo, también que se proporcionen los conocimientos científicos suficientes para que la población pueda comprender, hasta donde sea posible, el fenómeno. Hasta ahora, en los medios, no se ha explicado qué es un virus, qué características posee, etc.; cuál es la diferencia entre casos posibles, probables y confirmados; que se explique el porqué de las fluctuaciones estadísticas, etc.
En suma, más que desgastar nuestros esfuerzos de análisis en una hermenéutica de la sospecha irreflexiva y carente de argumentos sólidos (a final de cuentas, nunca se ha demostrado la existencia de esa clase de conspiraciones), creemos que es más adecuado poner la información bajo la luz de la razón. Así por ejemplo, se puede incluso someter a crítica las posiciones “conspiracionistas”, localizando sus falacias: una muy común es la de post hoc ergo propter hoc que consiste en suponer que un fenómeno es la causa de un acontecimiento, simplemente porque aconteció antes (la causa de que a alguien le dé sueño es porque se lavó previamente los dientes). En este caso, sería inferir que se creó el virus de la influenza (ya sea como un mero señuelo o que los laboratorios ocultos lo desarrollaron) para distraer la atención de la gente en relación con la entrada de militares yanquis, la legalización de la marihuana, la aprobación de ciertas leyes, etc.
Desde luego, no pretendemos justificar las acciones que realiza el gobierno, pero al mismo tiempo sostenemos que una actitud ingenuamente crítica poco contribuye a la comprensión de cuestiones que afectan a la sociedad. Por el contrario, una actitud auténticamente crítica sí resulta incómoda al poder.
Con la desaparición de la filosofía en las prepas y la estimulación de búsqueda de información facilota en internet se contribuirá, tarde que temprano al crecimiento de los críticos acríticos. ¡Que el futuro nos agarre confesados! (aunque esto suene a sospechosista).
No obstante, esto es producto del ocio resultante del asueto declarado por FECAL y júzguese también críticamente.
"Eternamente bella, bella"
ALEJANDRA GUZMAN (homenajeando a Oscar Wilde).
1 comentario:
Bien dicho.
Comparto sus puntos de vista.
Ya estaba un poco harto de las cadenitas donde se daban explicaciones rimbombantes sobre el fenómeno de la Influenza.
Era necesario hacer un alto.
Creo que la mejor medicina para toda pandemia intelectual es la filosofía.
Con todo respeto, estimados sociólogos, dejemos las conjeturas para mejor momento.
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